25/2/17

Ikebana como arte floral japonés

Primavera                                   Otoño     
Ramón Gómez de la Serna pensaba: «Ningún ejemplo del arte por el arte como la flor.» y yo comparto su opinión. Las flores tienen su lenguaje, su filosofía y una de mis combinaciones florales preferida es el Ikebana, el arte japonés de los arreglos florales.

Su significado Flores vivas, se basa en ciertos principios artísticos, en la apreciación de la forma, el color, la importancia de los tallos y su simbología.

Los primeros maestros y estudiantes de este arte eran sacerdotes miembros de la nobleza, pero conforme pasó el tiempo surgieron muchas escuelas con estilos diferentes que han permitido que se extienda a todos los niveles de la sociedad.

El Ikebana tiene unas características específicas en todas las escuelas. Los principios fundamentales son los tres tallos principales que simbolizan el Cielo, el Hombre y la Tierra y que forman el armazón sobre el que se construye toda la estructura

Una composición asimétrica en la que la línea más importante es el tallo que representa el Cielo y constituye el centro de todo el arreglo. Le sigue en importancia el tallo secundario que simboliza al Hombre y se sitúa por delante de la línea central con una longitud aproximada de dos tercios de la altura del tallo primario y el tallo terciario que representa a la Tierra es el más corto. El conjunto se fija firmemente en un sostén para dar el efecto de que se desarrollan de un solo tallo y se agregan las flores adicionales para completarlo.

Los japoneses rara vez efectúan arreglos florales sin su propio follaje natural. La mayor parte de ellos constan de unas pocas ramas de un árbol o arbusto y flores herbáceas que crecen en la base del árbol.

Además de su propósito estético, se utiliza como método de meditación porque está conectado con el flujo de las estaciones y los ciclos de la vida. El hecho de que las obras sean efímeras, debido al material de que están hechas, lo convierte en un acto de reflexión sobre el paso del tiempo. En primavera es un arreglo vital con curvas rigurosas; en verano es amplio y desplegado; en otoño es tenue y disperso y en invierno es estático y algo nostálgico.

El aspecto espiritual del Ikebana es una faceta muy importante para sus practicantes. El silencio es esencial durante su elaboración para poder apreciar los productos de la naturaleza en los que habitualmente no prestamos atención durante la vida diaria.

El Ikebana no consiste en colocar flores en un recipiente, es un arte disciplinado en el que la naturaleza y la humanidad se unen. Suzuki Daisetsu lo expresó de forma magistral: «La belleza no está en la forma exterior, sino en el significado que ésta forma encierra.»

7/2/17

Las preciosas islas Marquesas

Álvaro de Mendaña     Islas Marquesas
Las islas Marquesas forman uno de los cinco archipiélagos de la Polinesia francesa y se encuentran a 1500 km de Tahití. El 21 de julio de 1595, el descubridor español Álvaro de Mendaña llegó a la isla de Fatu Hiva y bautizó el archipiélago en honor a la esposa del virrey de Perú, García Hurtado de Mendoza.

Hasta principios del siglo XIX, las escalas de navegantes europeos eran escasas con poca repercusión en la sociedad de las islas; sin embargo, a partir de 1820, les navíos se detenían con frecuencia y empezaron a instalar pequeñas plantaciones aunque su escarpado relieve impidió su desarrollo. Francia se anexionó las Islas Marquesas en 1842.

La llegada de los europeos conllevó un etnocidio, como sucedió con otros pueblos del Pacífico. Las enfermedades producidas por los nuevos contactos culturales, diezmaron la población, de los primeros cien mil habitantes, en 1872 quedaron seis mil, en 1911 se redujeron a tres mil y en 1930 a dos mil. Afortunadamente en la actualidad permanecen unos 8000 habitantes.

Las seis islas principales son: Nuku Hiva, Ua Pou, Ua Huka, Hiva Oa, Tahuata y Fatu Hiva.

Su sociedad

En sus valles se implantaron grupos familiares que se reconocían como pueblos. Cada clan mantenía una red de alianzas que podían extenderse a las otras islas. Se organizaba en dos unidades: la tribu y la familia del guerrero. Cada Valle poseía su sistema social en el seno del cual se distinguía el linaje de los jefes papa hakai'ki, el de los sacerdotes tau'a y el de los artesanos especializados tuhuna.

El resto del pueblo se consideraba profano. Las mujeres aunque no accedían al poder, tenían una importante influencia que les permitían a veces acceder a los rangos de jefes o sacerdotes. Los matices jerárquicos no se manifestaban por las diferencias de riquezas.

Un pequeño número de familias, por filiación y acumulación del saber, había concentrado el poder y las tierras. El jefe controlaba la recolección de los mei (frutos de pan), alimento base de los antiguos marquesanos, lo que le permitía proteger a los suyos de las penurias y tenía la responsabilidad del bienestar de su tribu y de la redistribución del alimento necesario.

A pesar de los conflictos entre las tribus, las fiestas eran la solución y origen de la cohesión de las comunidades. Los preparativos podían durar meses y la comida era abundante.

Estas islas fueron el lugar elegido por Paul Gaugin et Jacques Brel para descansar y disfrutar durante los últimos años de su existencia.

La sociedad marquesana moderna conserva el legado del acogimiento y de la fiesta y los visitantes que acuden a los diferentes festivales de las Islas y otras festividades son obsequiados con souvenirs inolvidables.

Los infortunios pasados, la despoblación, el aislamiento y la dificultad de su desarrollo debido al relieve se han convertido paradójicamente en ventajas para las islas donde la superpoblación, la contaminación y la urbanización generalizada no es un problema.

Deseo que permanezcan como están conservando sus raíces y costumbres durante mucho tiempo.

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