17/3/13

José de Nazaret: un auténtico padre

I                                      II
Siempre me he preguntado por qué a José de Nazaret lo conozco tan poco. Sé que fue el padre adoptivo de Jesús y aparece durante la primera etapa de su vida, hasta los doce años, cuando su hijo se perdió y lo encontraron en el templo predicando.

Después de este episodio, sólo aparece cuando identificaban a Jesús como “el hijo de José el carpintero” o como referencia cuando se habla de la Sagrada Familia.

Fue en el año 1621 cuando Gregorio V declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a San José Patrono de la Iglesia Universal: “Aparece la persona y la misión de San José que pasa recogida, callada, como inadvertida e ignorada en la humildad, en el silencio; silencio que sólo debía romperse más tarde, silencio al que debía suceder el grito, verdaderamente fuerte, la voz y la gloria por los siglos"

El último homenaje se lo tributó mi admirado Juan XXIII (1958-1963) que introdujo su nombre en el canon de la misa. Cuando fue elegido Papa, sintió no poder tomar el nombre de José, a causa de la costumbre, pero escogió el 19 de marzo como fecha de su fiesta personal. Confesaba: "Amo mucho a San José, hasta tal punto que no sé empezar mi jornada, ni terminarla, sin que mi primera palabra y mi último pensamiento se dirijan a él».
Siendo Nuncio en París visitó la casa madre de las Hermanitas de los Pobres en La Tour Saint-Joseph. En esta ocasión contó que quiso recibir la consagración episcopal en la fiesta de San José “porque es el Patrono de los diplomáticos” y explicó: “Como San José, los diplomáticos pueden al mismo tiempo presentar a Jesús y esconderlo. Como San José, deben saber callar, medir sus palabras, saber emplearse sin mirar la dignidad del servicio... y, sobre todo, paladear dulce y tragar amargo..., obedecer aun cuando no se comprenda, como San José cuando partió con su borriquillo”.

Admiro a este hombre que cuidó, educó y mantuvo a su hijo durante su etapa crucial. Georges Moustaki le dedicó la canción Mon vieux Joseph, una de mis canciones preferidas, que os traduzco por si no la conocéis.

Mi querido José

Mira lo que sucede, mi querido José,
Por haber elegido a la más bonita
Entre las jóvenes de Galilea
La que se llamaba María.

Hubieras podido, mi querido José,
Elegir a Sarah o a Deborah
Y nada te habría sucedido
Pero preferiste a María.

Hubieras podido, mi querido José,
Quedarte en casa, tallar tu madera,
En vez de exiliarte
Y ocultarte con María.

Hubieras podido, mi querido José,
Tener pequeños con María
Y enseñarles tu oficio
Como tu padre te lo enseñó.

Por qué era necesario, José,
Que tu hijo, este inocente
Tuviera esas extrañas ideas
Que tanto hicieron llorar a María.

A veces pienso en ti, José
Mi pobre amigo, cuando se ríen
De ti que sólo deseabas
Vivir feliz con María.

¡Feliz Día del Padre!

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