Primavera Otoño |
Ramón Gómez de la Serna pensaba: «Ningún ejemplo del arte por el arte como la flor.» y yo comparto su opinión. Las flores tienen su lenguaje, su filosofía y una de mis combinaciones florales preferida es el Ikebana, el arte japonés de los arreglos florales.
Su significado Flores vivas, se basa en ciertos principios artísticos, en la apreciación de la forma, el color, la importancia de los tallos y su simbología.
Los primeros maestros y estudiantes de este arte eran sacerdotes miembros de la nobleza, pero conforme pasó el tiempo surgieron muchas escuelas con estilos diferentes que han permitido que se extienda a todos los niveles de la sociedad.
El Ikebana tiene unas características específicas en todas las escuelas. Los principios fundamentales son los tres tallos principales que simbolizan el Cielo, el Hombre y la Tierra y que forman el armazón sobre el que se construye toda la estructura
Una composición asimétrica en la que la línea más importante es el tallo que representa el Cielo y constituye el centro de todo el arreglo. Le sigue en importancia el tallo secundario que simboliza al Hombre y se sitúa por delante de la línea central con una longitud aproximada de dos tercios de la altura del tallo primario y el tallo terciario que representa a la Tierra es el más corto. El conjunto se fija firmemente en un sostén para dar el efecto de que se desarrollan de un solo tallo y se agregan las flores adicionales para completarlo.
Los japoneses rara vez efectúan arreglos florales sin su propio follaje natural. La mayor parte de ellos constan de unas pocas ramas de un árbol o arbusto y flores herbáceas que crecen en la base del árbol.
Además de su propósito estético, se utiliza como método de meditación porque está conectado con el flujo de las estaciones y los ciclos de la vida. El hecho de que las obras sean efímeras, debido al material de que están hechas, lo convierte en un acto de reflexión sobre el paso del tiempo. En primavera es un arreglo vital con curvas rigurosas; en verano es amplio y desplegado; en otoño es tenue y disperso y en invierno es estático y algo nostálgico.
El aspecto espiritual del Ikebana es una faceta muy importante para sus practicantes. El silencio es esencial durante su elaboración para poder apreciar los productos de la naturaleza en los que habitualmente no prestamos atención durante la vida diaria.
El Ikebana no consiste en colocar flores en un recipiente, es un arte disciplinado en el que la naturaleza y la humanidad se unen. Suzuki Daisetsu lo expresó de forma magistral: «La belleza no está en la forma exterior, sino en el significado que ésta forma encierra.»
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