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Tengo una joya que me regaló alguien muy especial y que nunca olvido de ponérmela. Es un llamador de Ángeles.
Hay dos leyendas preciosas sobre ellos:
La primera cuenta que unos duendecillos buenos tuvieron que huir de un bosque donde les acechaban peligros. Estos duendes tenían entre sus amigos a unos ángeles que les regalaron un colgante con una bola que contenía unas pequeñas campanillas que le hacían sonar.
Los ángeles les dijeron que cuando se sintieran en peligro o desprotegidos, agitaran la bola y al oír las campanillas ellos acudirían en su ayuda.
Eso sí, les advirtieron que el llamador de ángeles era de uso propio y personal y nunca se debía prestar porque entonces la magia desaparecería. Los duendecillos llamaron a esta bola “Llamadores de Ángeles”.
La segunda es muy parecida: hace miles de años, los humanos vivían en contacto directo con sus Ángeles de la Guarda, y, por alguna razón relacionada con el Pecado Original, tuvieron que dejar de vivir junto ellos. Éstos, apenados por la pérdida de los humanos, les regalaron unos colgantes esféricos de plata pura que, al agitarlos, sonaban como campanillas y que servían para avisarles cuando estuvieran en peligro o desearan hacer algo con toda su fe. También les pusieron una condición, y es que el Llamador de Ángeles es personal e intransferible.
Como veis coinciden en todo, sean duendecillos o humanos. Es una joya protectora que, al agitarla, emite un delicado sonido que avisa a los Ángeles o a tu Ángel de la Guarda si lo necesitas.
He encontrado este precioso poema de Agualuna:
Me encanta llevarlo y escuchar su grato sonido cada vez que me muevo sin darme cuenta o cogiéndolo para llamarlos.
Hay dos leyendas preciosas sobre ellos:
La primera cuenta que unos duendecillos buenos tuvieron que huir de un bosque donde les acechaban peligros. Estos duendes tenían entre sus amigos a unos ángeles que les regalaron un colgante con una bola que contenía unas pequeñas campanillas que le hacían sonar.
Los ángeles les dijeron que cuando se sintieran en peligro o desprotegidos, agitaran la bola y al oír las campanillas ellos acudirían en su ayuda.
Eso sí, les advirtieron que el llamador de ángeles era de uso propio y personal y nunca se debía prestar porque entonces la magia desaparecería. Los duendecillos llamaron a esta bola “Llamadores de Ángeles”.
La segunda es muy parecida: hace miles de años, los humanos vivían en contacto directo con sus Ángeles de la Guarda, y, por alguna razón relacionada con el Pecado Original, tuvieron que dejar de vivir junto ellos. Éstos, apenados por la pérdida de los humanos, les regalaron unos colgantes esféricos de plata pura que, al agitarlos, sonaban como campanillas y que servían para avisarles cuando estuvieran en peligro o desearan hacer algo con toda su fe. También les pusieron una condición, y es que el Llamador de Ángeles es personal e intransferible.
Como veis coinciden en todo, sean duendecillos o humanos. Es una joya protectora que, al agitarla, emite un delicado sonido que avisa a los Ángeles o a tu Ángel de la Guarda si lo necesitas.
He encontrado este precioso poema de Agualuna:
Me encanta llevarlo y escuchar su grato sonido cada vez que me muevo sin darme cuenta o cogiéndolo para llamarlos.
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