Hace algunos días me sorprendió un titular “Los últimos indígenas del Valle del Omo” se refería a los Nangyatom, una tribu etíope de cuya historia se conoce muy poco y desaparecerá si el Parque Nacional del Omo llega hasta su poblado.
Se cree que llegaron a su territorio actual hace unos cien años y que provienen del norte de Nigeria, de donde habrían emigrado con sus rebaños de vacas atravesando el norte de Uganda.
Encontré un reportaje realizado por Francisco Giner Abati (Catedrático de Antropología de la Universidad de Salamanca) el 4 de julio del año 2010 titulado “Los últimos indígenas - En busca de los Nyangatom”. En él nos cuenta su reconfortante experiencia con este pueblo que os resumo a continuación (podéis verlo entero en el enlace, aunque es un poco extenso merece la pena):
Viven en el valle del Omo (Etiopia, al sur de Sudan y norte de Kenia), su nombre significa “Los comedores de elefantes”, pero como ya no quedan paquidermos se dedican a la ganadería. Quedan sólo unos cientos de pastores Nyangatom.
Su principal problema es la falta de agua potable ya que como los pocos manantiales que quedaban se han ido secando, las madres y las hijas van cada día a buscar agua (tardan en ir una hora y otra para volver) para ellos y las cabras.
Conocen la planta Maerua subcordata cuya raíz utilizan para aclarar el agua del río: cortan y pelan la raíz con la que remueven el agua turbia haciendo que las partículas de lodo permanezcan en el fondo dejando el agua clara. Sobre todo la utilizan cuando la lluvia arrastra más barro al río.
Suele llover en abril y mayo, en junio quedan ya pocos campos verdes. Julio, agosto y septiembre son meses secos. De noviembre a marzo trasladan el ganado a lugares más altos en la montaña hasta que vuelven de nuevo las lluvias.
Además deben estar alerta porque los TurKana que viven al otro lado de las montañas de Kenia por la noche les roban sus ganados.
Son diferentes cultural y lingüísticamente de sus vecinos.
Además de ganaderos se han convertido en agricultores Cultivan sorgo (parecido a la caña de azúcar), maíz y judías. El ganado se alimenta de los pastos que cultivan los Nyangatom aprovechando las inundaciones periódicas del río Omo en las llanuras de su ribera, así como de los pastos que crecen tras las lluvias, los meandros llevan ricos limos que fertilizan sus cosechas.
El gobierno de Etiopia consideró las inundaciones como una gran catástrofe solicitando ayuda internacional aunque a ellos nos les llegó ninguna, tampoco la necesitan porque para ellos las inundaciones son una bendición del cielo que han hecho posibles mayores cosechas.
Han sabido aprovechar la biodiversidad del valle del río Omo durante cientos de años. Son buenos pastores y excelentes botánicos dada su convivencia con los animales durante muchas generaciones
Cuidan mucho la decoración corporal. Las mujeres amontonan kilos de collares hechos con semillas de color marrón alrededor de su cuello y adornan sus muñecas con pulseras de metal. Cuando consiguen cuchillas se afeitan la nuca, las sienes y la parte anterior de la cabeza dejando pelo sólo en el centro. Perforan el pabellón auricular para sus numerosos pendientes y el labio inferior para insertar un adorno. Los tatuajes forman parte de su embellecimiento.
Los hombres se dividen en cuatro grupos: los de los elefantes, los búfalos, las avestruces y los antílopes. En esta ocasión el Jefe del poblado pertenece al de los elefantes y es quién lleva la economía doméstica. Se turnan y cada grupo tiene una ceremonia a través de la cual entregan las vacas al grupo siguiente.
Cuando una persona muere en el campo su cuerpo es abandonado a las hiena y a los buitres, la naturaleza se ocupa de los cadáveres, si fallece en el poblado si se realiza un enterramiento. Cuando se trata de un gran hombre lo entierran en el corral de las vacas y se sacrifican bueyes, reuniéndose a los dos años para un nuevo banquete.
Cuentan las estaciones pero no los días.
Para casarse se entregan 20 vacas al padre de la novia y 50 más si tienen hijos adultos, por ello si nacen hijas será más fácil pagar la deuda al suegro.
Aquí aun no han llegado los misioneros: “Sólo el cielo es grande” esta es toda su religión.
Cuando acaban las labores cotidianas cantan y bailan siendo la parte más festiva de su existencia. En los grandes momentos de la vida como nacimientos, bodas y ritos de paso la celebración se escenifica siempre con cantos y danzas
Al finalizar el día los rebaños regresan a sus corrales, los niños se afanan por beber leche de las cabras recién llegadas, exprimen las ubres hasta que la leche salpica sus manos que chupan glotonamente, las niñas regresan de buscar agua y las mujeres muelen sorgo para la cena.
El Parque Nacional del Omo alteraría su rica biodiversidad cuyo objetivo es exponer al turismo esta riqueza ecológica tan bien preservada. Ya se está marginando a las tribus para alejarlas del parque restringiendo su acceso a las zonas donde están los animales salvajes y podrían ya haberles hecho firmar con engaño su propia exclusión a cambio de nada.
Podrían considerarse a los Nyangatom como ocupas ilegales de su propio país
Si los pastores pierden su ganado y son alejados de su territorio sus vidas se transformaran y sus tradiciones se perderán para siempre
Los Nyangatom son una minoría y luchan contra la adversidad en condiciones extremas sin destruir la naturaleza y preservando la biodiversidad.
Las personas como Francisco Giner que se desplazan para que podamos conocer otras culturas merecen todo mi respeto; sin embargo, detesto a los que pretenden y logran utilizar estos pueblos como simples elementos curiosos con fines de lucro.
Os recomiendo la película Los últimos días del edén cuya temática es similar y espero que exista todavía un poco de cordura: los Nyangatom no deben ser desplazados, al contrario son un ejemplo a seguir.
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