10/5/14

Irving Penn: el fotógrafo de la elegancia

Irving Penn    Audrey Hepburn     Cuzco Children
En el Palazzo Grassi (Venecia) se exponen 130 obras del magnífico fotógrafo Irving Penn. Un hombre discreto que nunca quiso la fama, pero que por tener tanto talento no pudo evitarla. Era reacio a las entrevistas y a intrusiones en su vida privada. Según él la fama complicó sus relaciones con su fontanero que siempre había tomado sus grifos que goteaban en serio y que cuando supo quién era: "tener un grifo que gotea ya no era lo suficientemente importante”.

Nació en Plainfield, Nueva Jersey un 16 de junio de 1917. Estudió Diseño Gráfico en la Escuela de Artes Industriales del Museo de Filadelfia dónde fue alumno del fotógrafo Alexey Brodovitch, con quien más tarde trabajaría en la revista Harper’s Bazaar. Su primer trabajo para la revista Vogue fue como ayudante del artista Alexander Liberman.

En 1943 comienza a trabajar como diseñador de portadas. Después de la Segunda Guerra Mundial adquiere fama por sus elegantes y glamurosos retratos femeninos publicados en la revista Vogue, con la que colaboró hasta el final de sus días.

En el año 1953 fundó su propio estudio fotográfico en la Quinta Avenida de Manhattan: un pequeño espacio impecablemente blanco con una franja gris. No había fotografías en las paredes móviles que utilizaba para dar un ambiente más intimista a sus retratos en blanco y negro; no se podía fumar; no había música, ni ruido.

Un artista que no pretendía ser un "personaje" y lleno de dudas sobre la capacidad para poder captar las imágenes como deseaba porque, según él, las dudas estaban integradas en la profesión: “Siempre he sentido temor ante la cámara. La he reconocido como el instrumento que es, parte Stradivarius, parte escalpelo”.

Sus cualidades eran la obstinación, la determinación inflexible y el perfeccionismo rayando la obsesión que impulsaron sus dones naturales: “A lo largo de los años he gastado miles de horas silenciosamente trabajando en los líquidos, preparando cada hoja con anticipación para conseguir la impresión perfecta”.

Su estilo se caracteriza por descontextualizar a sus personajes, siempre los sitúa ante los mismos fondos grises o blancos, dejando al descubierto únicamente la personalidad de la persona que retrata: “Una buena fotografía es aquella que comunica un hecho, toca el corazón, deja al espectador con un cambio interno por el solo hecho de haberla visto, en una palabra una buena fotografía debe ser efectiva”.

Sus fotografías incluyen a famosos como Pablo Picasso, Richard Avedon, Truman Capote, Marlene Dietrich, Jean Cocteau, Colette, Woody Allen o Alfred Hitchcock; series sobre los pequeños oficios y los artesanos de Inglaterra y Francia, gente de Marruecos o Guinea Ecuatorial; colillas, botes de cosméticos, botellas, jarrones, comida y flores.

Llevó hasta lugares remotos su estudio portátil, sus focos y sus fondos blancos, para fotografiar nativos. Fue criticado por tratar a los aborígenes como si fueran modelos, en imágenes carentes de conciencia social. Hoy, aquellas fotos tomadas a finales de los sesenta en países como Camerún, que muestran a hombres y mujeres de piel azabache cargados de ornamentos blancos son expuestas en museos. Según dijo en una entrevista al diario The New York Times en el año 1991: "La gente a la que fotografié no era primitiva. La gente primitiva vive en Nueva York".

En su obra, una modelo de Manhattan y un niño de la calle de Cuzco reciben el mismo tratamiento manteniéndose fiel a sus lemas: “Menos es más" y "En la sencillez está el gusto".

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