28/6/14

Ana María Matute: In Memoriam

Ana María Matute Con su hijo Juan Pablo  "Sólo un pie descalzo" "El saltamontes verde"
Nuestra gran dama Ana María Matute nos ha dejado físicamente para volar al mundo de la imaginación y fantasía que tanto amaba. Supo superar sus sombras con su mejor aliada: la Literatura. Con El Quijote tenía una relación más sentimental que literaria, lo leyó cuando era muy joven y, aunque le hizo reír, su muerte le dolió mucho al identificarse con él. No soportaba que hubiese dejado de pensar, de soñar, de haber dejado de estar loco.

Una escritora que encontraba la inspiración en su forma de ver la vida, con sus anhelos, sus ilusiones, sus desengaños y sus sinsabores.

Una madre que no perdonaba, con ausencia total de odio y de rencor, cuando hacían daño a sus seres más queridos como era su hijo. Le encantaban los niños y tratarles como las personas que son, con su propio universo.

Os dejo un extracto de su discurso En el bosque que pronunció en la Real Academia Española cuando tomó posesión de la silla K, el 18 de enero del año 1998.

“Tengo que pronunciar un discurso y yo no sé pronunciar discursos. Os ruego que aceptéis estas palabras mías como la expresión de lo único que soy capaz de hacer y de la única razón por la que he llegado hasta aquí: yo soy una contadora de historias”.

Antes de saber leer, los libros eran para mí como bosques misteriosos. Me acuciaba una pregunta: ¿cómo era posible que de aquellas páginas de papel, de aquellas hormiguitas negras que la surcaban se levantara un mundo ante mis ojos, mis oídos y mi corazón de niña? ’Cuando yo sea mayor –pensaba- haré esto’. Ni siquiera sabía que ’esto’ era participar del mundo imaginario de la literatura”.

“Yo creo que no hay nada ni nadie que sea única y absolutamente materia, y que todos nosotros, con mayor o menor fortuna, somos portadores de sueños, y los sueños forman parte de nuestra realidad”.

No seamos tan descreídos, no tanto como para imponer la desmemoria al conocimiento, si no queremos encontrarnos, al final, con las manos vacías. No olvidemos que el diablo entra en todos los conventos que Dios reside en todas las criaturas vivas del mundo, que la palabra descubre, desentierra del olvido o de la indiferencia futura aquello que nos hace distinto de las bestias”.

“Yo escribo también para denunciar una realidad aparentemente invisible, para rescatarla del olvido y de la marginación a la que tan a menudo la sometemos en nuestra vida cotidiana”.

Para mí escribir no es una profesión, ni una vocación siquiera, sino una forma de ser y de estar, un largo camino de iniciación que no termina nunca, como un complicado trabajo de alquimia o la íntima y secreta cacería de mí misma y de cuanto me rodea”.

La literatura es la expresión más maravillosa que yo conozco del deseo de una posibilidad mejor. Para mí, escribir es la búsqueda de esa posibilidad”.

Escribir también es creer en uno mismo, para poder creer en tantas cosas, y descubrir tantas cosas, que están ahí, aunque no se vean. Cosas buenas, o bellas, o simplemente ciertas”.

“Escribir es un descubrimiento diario a través de la palabra, y la palabra es lo más bello que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los seres humanos”.

Ha cumplido lo que deseaba: ”Mientras pueda y tenga fuerzas, seguiré escribiendo. Después de los seres queridos, es lo que más me importa en este mundo”.

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