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Luis Humberto Soriano Bohórquez nació en Valledupar (Colombia) en 1970, estudió Español y Literatura a distancia en la Universidad del Magdalena y ha completado varios seminarios sobre Educación y su impacto en la sociedad. Vive con su esposa Diana Arias y sus tres hijos Carlos David, Susana y Juan Pablo, en La Gloria (Departamento del Magdalena, Colombia), donde inició su proyecto Biblioburro.
Todo comenzó en 1997 cuando recorría el departamento de la Gloria y observó que en esa región y en varias veredas de sus alrededores no había suficientes escuelas ni docentes y los niños se estaban quedando analfabetos. Sin pensarlo mucho, cogió varios libros y cuentos infantiles que tenía, una mesita desarmable y un letrero que anunciaba «Biblioburro»; los colocó en las alforjas de la burrita Alfa y el burro Beto (nombres que simbolizan el alfabeto) y se lanzó a la gran aventura que bautizó como «Biblioburro», empezando por las veredas que tenían una situación educativa más compleja.
Los comienzos no fueron fáciles porque había personas que lo consideraban como «un loco» y aunque las ignoraba, su familia estaba preocupada pensando en los problemas que podrían surgir; sin embargo, siempre le apoyaron pensando que su labor daría grandes frutos. Además, los lugares donde comenzó a trabajar eran peligrosos en la época entre 1997 y 2002 debido al conflicto armado entre los paramilitares de la guerrilla y el estado. Varias veces fue retenido por los paramilitares, pero al ver que su trabajo era de índole social, le dejaron libre: «En una ocasión uno de los guerrilleros tomó Brida, un libro de Paulo Coelho, y se lo llevó. A los pocos minutos me soltaron, pero el guerrillero nunca me regresó el libro. Espero que el libro le haya servido mucho a ese hombre.»
Empezó con 80 ejemplares y después fue adquiriendo textos de otros temas. Hoy cuenta con más de 4.600 libros que tiene en su casa donados por personas e instituciones. El inconveniente es la ubicación para poder ordenarlos y evitar que se dañen por no tener un lugar adecuado, para ello está construyendo con su esposa una especie de biblioteca básica con estantes.
En una entrevista explicó cómo lleva a cabo su iniciativa:
En 2010 Luis creó la Fundación Biblioburro con la intención de contribuir en la formación escolar de los niños, fortaleciendo también aspectos como el social, el afectivo y la salud, todos importantes en su desarrollo. Cuenta con un equipo interdisciplinario de jóvenes solidarios que piensan en el bienestar de las comunidades marginadas y recónditas, alejadas de la tecnología, algunas ni siquiera aparecen en el mapa de Colombia. Todavía las visita y comprueba que se han alcanzado logros como el desarrollo social, la promoción del trabajo en equipo, la creación de grupos de teatro y la proliferación de madres líderes comunitarias. Tiene un nuevo proyecto llamado Biblioburro Digital para fortalecer el programa con ordenadores, programas educativos, memorias USB y cine en el campo para que la comunidad pueda ver mediante un proyector películas, documentales, cortometrajes y vídeos que enriquezcan sus conocimientos combinando cultura y entretenimiento. Sus alumnos entienden que están usando nuevas herramientas tecnológicas, pero que no deben sustituir los libros. Generalmente los fondos provienen de donaciones particulares.
En 2012 sufrió la amputación de su pierna izquierda como resultado de un accidente que había tenido dos años cuando Beto salió corriendo y al tratar de detenerlo el burro le cayó encima (una bacteria se incubó en el hueso, lo infectó, y tres años después le creció tanto que obligó al doctor a recomendar la amputación). Un amigo le recomendó contactar con Mahavir Kmina, de Medellín, que dona prótesis a personas que han perdido sus piernas, sea en accidentes, por minas o porque así nacieron y Luis Humberto no dudó, llamó, acudió, le pusieron la prótesis y cuando pudo caminar con su pierna artificial, regresó al Magdalena a montarse en sus burros: «Aunque el asunto era doloroso, lo tomé con serenidad, me puse en manos de Dios y aquí estoy, continuando siempre hacia delante.»
Luis Humberto es un hombre que ejerce su vocación de docente en las zonas más desfavorecidas, animándoles a soñar y a sentirse libres; fomentando su creatividad e inculcándoles sus deberes, su derecho a pensar y a recapacitar para poder expresar sus opiniones; sin embargo, necesita recaudar fondos para mejorar la biblioteca y su fundación.
Un hombre sencillo que en su humildad reside su grandeza y a quien deseo que sus sueños se cumplan.
Todo comenzó en 1997 cuando recorría el departamento de la Gloria y observó que en esa región y en varias veredas de sus alrededores no había suficientes escuelas ni docentes y los niños se estaban quedando analfabetos. Sin pensarlo mucho, cogió varios libros y cuentos infantiles que tenía, una mesita desarmable y un letrero que anunciaba «Biblioburro»; los colocó en las alforjas de la burrita Alfa y el burro Beto (nombres que simbolizan el alfabeto) y se lanzó a la gran aventura que bautizó como «Biblioburro», empezando por las veredas que tenían una situación educativa más compleja.
Los comienzos no fueron fáciles porque había personas que lo consideraban como «un loco» y aunque las ignoraba, su familia estaba preocupada pensando en los problemas que podrían surgir; sin embargo, siempre le apoyaron pensando que su labor daría grandes frutos. Además, los lugares donde comenzó a trabajar eran peligrosos en la época entre 1997 y 2002 debido al conflicto armado entre los paramilitares de la guerrilla y el estado. Varias veces fue retenido por los paramilitares, pero al ver que su trabajo era de índole social, le dejaron libre: «En una ocasión uno de los guerrilleros tomó Brida, un libro de Paulo Coelho, y se lo llevó. A los pocos minutos me soltaron, pero el guerrillero nunca me regresó el libro. Espero que el libro le haya servido mucho a ese hombre.»
Empezó con 80 ejemplares y después fue adquiriendo textos de otros temas. Hoy cuenta con más de 4.600 libros que tiene en su casa donados por personas e instituciones. El inconveniente es la ubicación para poder ordenarlos y evitar que se dañen por no tener un lugar adecuado, para ello está construyendo con su esposa una especie de biblioteca básica con estantes.
En una entrevista explicó cómo lleva a cabo su iniciativa:
En 2010 Luis creó la Fundación Biblioburro con la intención de contribuir en la formación escolar de los niños, fortaleciendo también aspectos como el social, el afectivo y la salud, todos importantes en su desarrollo. Cuenta con un equipo interdisciplinario de jóvenes solidarios que piensan en el bienestar de las comunidades marginadas y recónditas, alejadas de la tecnología, algunas ni siquiera aparecen en el mapa de Colombia. Todavía las visita y comprueba que se han alcanzado logros como el desarrollo social, la promoción del trabajo en equipo, la creación de grupos de teatro y la proliferación de madres líderes comunitarias. Tiene un nuevo proyecto llamado Biblioburro Digital para fortalecer el programa con ordenadores, programas educativos, memorias USB y cine en el campo para que la comunidad pueda ver mediante un proyector películas, documentales, cortometrajes y vídeos que enriquezcan sus conocimientos combinando cultura y entretenimiento. Sus alumnos entienden que están usando nuevas herramientas tecnológicas, pero que no deben sustituir los libros. Generalmente los fondos provienen de donaciones particulares.
En 2012 sufrió la amputación de su pierna izquierda como resultado de un accidente que había tenido dos años cuando Beto salió corriendo y al tratar de detenerlo el burro le cayó encima (una bacteria se incubó en el hueso, lo infectó, y tres años después le creció tanto que obligó al doctor a recomendar la amputación). Un amigo le recomendó contactar con Mahavir Kmina, de Medellín, que dona prótesis a personas que han perdido sus piernas, sea en accidentes, por minas o porque así nacieron y Luis Humberto no dudó, llamó, acudió, le pusieron la prótesis y cuando pudo caminar con su pierna artificial, regresó al Magdalena a montarse en sus burros: «Aunque el asunto era doloroso, lo tomé con serenidad, me puse en manos de Dios y aquí estoy, continuando siempre hacia delante.»
Luis Humberto es un hombre que ejerce su vocación de docente en las zonas más desfavorecidas, animándoles a soñar y a sentirse libres; fomentando su creatividad e inculcándoles sus deberes, su derecho a pensar y a recapacitar para poder expresar sus opiniones; sin embargo, necesita recaudar fondos para mejorar la biblioteca y su fundación.
Un hombre sencillo que en su humildad reside su grandeza y a quien deseo que sus sueños se cumplan.
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