5/12/13

La magia de Colmar

Colmar   Tiovivo   Belén de pan de especias
Había una vez una antigua ciudad iluminada y decorada como un cuento de hadas. Se llamaba Colmar y estaba situada al pie de los Vosgos en Alsacia, una región de Francia situada al este del país, en la frontera con Alemania y Suiza.

Por todas partes se encontraban vitrinas y casas engalanadas, calles y callejuelas animadas y aromatizadas de naranja y canela por los dulces típicos, fruto de recetas ancestrales transmitidas de generación en generación.

Siguiendo el camino de las luces aparecían mercados navideños cada uno con identidad propia, en bellos lugares como la Plaza de los Dominicos, la Plaza de Juana de Arco, la Plaza de la Antigua Aduana, el mercado interior del Koïfhus o la Pequeña Venecia. En ellos, artesanos locales como alfareros, vidrieros, tejedores, pasteleros, vinicultores y chocolateros vendían: vino caliente con canela, pan de especias, hidromiel, vino blanco de Alsacia caliente con miel y con siete especias, zumo de manzana caliente, chocolate, bombones, castañas, dulces, pasteles… a todos los visitantes.

Los niños se embelesaban viendo marionetas y juguetes tradicionales de madera, adornos de Navidad, subiendo al tiovivo de caballos o al trineo de Papá Noel y echando sus cartas en el buzón sabiendo que, con sólo escribir legiblemente su dirección en el reverso del sobre, Papá Noel respondería a todas ellas participando en un juego: el correo era recogido todos los días y cada miércoles catorce niños recibían un regalo de Papá Noel (regalos que eran ofrecidos por los puestos de los mercados navideños de Colmar).

En la pista de patinaje de hielo de la Plaza Rapp rodeada por cientos de abetos verdes y blancos y con una tenue iluminación, pequeños y mayores disfrutaban haciendo uso de sus habilidades.

Al anochecer, un sutil juego de luces subrayaba las innumerables riquezas arquitectónicas haciéndonos viajar desde la Edad Media hasta el siglo XIX: la casa Pfister, la casa de las cabezas (nombre debido a las ciento seis cabezas o máscaras grotescas que decoran su fachada), el Koïfhus o Antigua Aduana, la Pequeña Venecia, la Colegiata de San Martín o el museo Bartholdi dedicado al escultor alsaciano, autor de la célebre Estatua de la Libertad, regalo de Francia a los Estados Unidos.

Y aunque testigo no he sido así me lo han referido.

Deseo que disfrutéis con el vídeo.

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