2/1/14

Año 2014. El Año de Platero

Fotografía     Logo    Primera edicion de 1914   Moguer
“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos…”. Esta frase la aprendí hace bastante tiempo y la he repetido muchísimas veces en diferentes ocasiones.

Es agradable empezar el año 2014 con la conmemoración del centenario de la publicación de la genial y sencilla obra Platero y yo que será celebrado en Moguer como “Año de Platero”.

Sobre la biografía de nuestro Premio Nobel Juan Ramón Jiménez poco puedo decir que no sepáis, os dejo solamente este precioso párrafo: "Nací en Moguer, la noche de Navidad de 1881. Mi padre era castellano y tenía los ojos azules; y mi madre, andaluza, con los ojos negros. La blanca maravilla de mi pueblo guardó mi infancia en una casa vieja de grandes salones y verdes patios. De estos dulces años recuerdo que jugaba muy poco, y que era gran amigo de la soledad…".

Aunque lo hayáis leído os transcribo algunos de mis fragmentos preferidos:

“Suele creerse que yo escribí ‘Platero y yo’ para los niños, que es un libro para niños. No... Advertencia a los hombres que lean este libro para niños: Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para... ¡qué sé yo para quién!... para quien escribimos los poetas líricos.. .Yo nunca he escrito ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se les ocurren”.

No, Platero, no. Vente tú conmigo. Yo te enseñaré las flores y las estrellas. Y no se reirán de ti como de un niño torpón, ni te pondrán, cual si fueras lo que ellos llaman un burro, el gorro de los ojos grandes ribeteados de añil y almagra, como los de las barcas del río, con dos orejas dobles que las tuyas”.

Nos entendemos bien. Yo lo dejo ir a su antojo, y él me lleva siempre a donde quiero... Es tan igual a mí, tan diferente a los demás, que he llegado a creer que sueña mis propios sueños”.

“Entonces, ya en la realidad, como Platero no pudo entrar por ser burro, yo, por ser hombre, no quiero entrar, y me voy de nuevo con él, verja arriba, acariciándolo y hablándole de otra cosa…”.

Mira, Platero, cómo han puesto el río entre las minas, el mal corazón y el padrastreo. Apenas si su agua roja recoge aquí y allá, esta tarde, entre el fango violeta y amarillo, el sol poniente; y por su cauce casi sólo pueden ir barcas de juguete. ¡Qué pobreza!”.

“Claro está, Platero, que tú no eres un burro en el sentido vulgar de la palabra, ni con arreglo a la definición del Diccionario de la Academia Española. Lo eres, sí, como yo lo sé y lo entiendo. Tú tienes tu idioma y no el mío, como no tengo yo el de la rosa ni ésta el del ruiseñor. Así, no temas que vaya yo nunca, como has podido pensar entre mis libros, a hacerte héroe charlatán de una fabulilla…”

Pienso que Juan Ramón Jiménez ha logrado con Platero y yo lo que escribió en su poema Quisiera que mi libro:

Quisiera que mi libro
fuese, como es el cielo por la noche,
todo verdad presente, sin historia.

Que, como él, se diera en cada instante,
todo, con todas sus estrellas; sin
que niñez, juventud, vejez quitaran
ni pusieran encanto a su hermosura inmensa.

¡Temblor, relumbre, música
presentes y totales!
¡Temblor, relumbre, música en la frente
—cielo del corazón— del libro puro.

Os dejo un vídeo de La Casa-Museo "Zenobia y Juan Ramón". Espero que os guste.

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