13/4/14

Jesús de Nazaret: víctima inocente condenado por la gente

I     II     III
Condenar a un inocente me parece inadmisible, pero muchas veces me he preguntado cómo hubiera actuado yo en la época de Jesús o si hubiera venido actualmente. Desconfío de la multitud que tan pronto adula como critica, por ello no entraría en su juego. Me indignaría la injusticia ante un hombre que sólo por expresar sus ideas sería juzgado sin pruebas y ejecutado; sin embargo, mis acciones se limitarían a firmar para intentar evitar su muerte sabiendo que no serviría para nada.

Opino que Jesús de Nazaret como personaje histórico o como figura clave de los creyentes, entre los que me incluyo, fue sencillamente un reformador en su época que rompió con las reglas establecidas y pagó con su vida ¿Cambió algo? Comparto el contenido de la décima que compuso nuestro gran clásico Miguel de Cervantes:

Ya que se ha llegado el día,
gran rey, de tus alabanzas,
de la humilde musa mía
escucha, entre las que alcanzas,
las llorosas que te envía;
que, puesto que ya caminas
pisando las perlas finas
de las aulas soberanas,
tal vez palabras humanas
oyen orejas divinas.

¿Por dónde comenzaré
a exagerar tus blasones,
después que te llamaré
padre de las religiones
y defensor de la fe?
Sin duda habré de llamarte
nuevo y pacífico Marte,
pues en sosiego venciste
lo más en cuanto quisiste,
y es mucha la menor parte.

Tembló el cita en el oriente,
el bárbaro al mediodía,
el luterano al poniente,
y en la tierra siempre fría
temió la indómita gente;
Arauco vio tus banderas
vencedoras, y las fieras
ondas del sangriento Egeo
te dieron como en trofeo
las otomanas banderas.

Las virtudes en su punto
en tu pecho se hallaron,
y el poder y el saber junto,
y jamás no te dejaron,
aun casi el cuerpo difunto;
y lo que más tu valor
sube al extremo mayor
es que fuiste, cual se advierte,
bueno en vida, bueno en muerte
y bueno en tu sucesor.

Esta memoria nos dejas,
que es la que el bueno cudicia,
que, amigables y sin quejas,
misericordia y justicia
corrieron en ti parejas,
como la llana humildad
al par de la majestad,
tan sin discrepar un tilde
que fuiste el rey más humilde
y de mayor gravedad.

Quedar las arcas vacías,
donde se encerraba el oro
que dicen que recogías,
nos muestra que tu tesoro
en el cielo lo escondías;
desde ahora en los serenos
Elíseos campos amenos
para siempre gozarás,
sin poder desear más
ni contentarte con menos.

Cambiamos de época y nos remontamos a los años setenta con la ópera rock Jesus Christ Superstar que nos ofreció una innovadora versión de los últimos momentos en la vida de Jesús. La canción Gethsemane es una de mis preferidas.

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