19/10/11

Omar Ortiz: un joven pintor excepcional

pintor Omar Ortiz
Omar Ortiz
Buscando nuevas tendencias pictóricas encontré un cuadro precioso, parecía una fotografía: la perfección en los detalles, el color, la luz y la armonía que irradiaba me hizo pensar que su autor sería mayor. Sin embargo, me satisfizo saber que el pintor era Omar Ortiz.

Nació en la ciudad de Jalisco, donde aun reside, en 1977. Su padre fue quien le motivó desde niño al observar su interés y cualidades para el dibujo. Se licenció en Diseño para la Comunicación Gráfica, aprendiendo a trabajar con diferentes técnicas como el dibujo, óleo, pastel, carbonilla, acuarela, acrílico, y la aerografía. Al terminar sus estudios decide dedicarse al mundo de la pintura.

La pintora Carmen Alarcón le instruyó en la técnica del óleo, pero su inspiración estilística y temática se deben al pintor hiperrealista chileno Claudio Bravo del que aprendió las raíces de la pintura que desarrolla Omar Ortiz desde 2002. Claudio Bravo le hizo conocer a los pintores barrocos españoles: Francisco de Zurbarán en la impecable utilización que hace de la luz y del color blanco sobre las telas y Juan Sánchez Cotán en sus bodegones sencillos y austeros.

Omar Ortiz se considera un pintor hiperrealista, cuyo estilo va en su forma de ser. Él mismo resume en esta frase su personalidad como pintor: “Me cuesta mucho trabajo hacer lo contrario y con todo lo que la realidad y la luz puede ofrecerme me siento satisfecho.”

Pinta al óleo por considerarla la técnica más noble.
óleo El ritual de la sombrilla blanca
 El ritual de la sombrilla blanca
óleo Excecutive
Excecutive
La crítica realizada por Alfredo García Gómez-Álvarez es el retrato de su obra:

El pintor mexicano Omar Ortiz, pese a su juventud, debe ser considerado como una figura indiscutible de la pintura realista. Sus inicios en el óleo se remontan al año 2002 y desde entonces ha demostrado una maestría que le eleva entre los grandes.

En su obra destacaría cuatro constantes:

• La búsqueda de la belleza: la belleza es una esencia que emana de cada uno de sus cuadros. En los desnudos femeninos la busca a la manera clásica en proporciones exquisitas, en rostros serenos y en un toque de sensualidad. En sus naturalezas muertas, el ideal de perfección se muestra en el detalle minucioso, de honrada paciencia, que nos invita a reflexionar en silencio sobre el paso del tiempo.

• La preocupación por lo táctil: disfrutamos de estos óleos con la vista, pero el sentido que realmente nos excitan es el del tacto. Las manos buscan acariciar, sentir la fina piel de las modelos, comprobar la calidad de las telas o tomar uno de los frutos apilados. El pincel consigue engañarnos. Luces y sombras crean una entidad corpórea. Sentimos la calma respiración de las jóvenes. Los paños colgados parecen salir del cuadro. Las granadas son comestibles…

• La impresión de aparente simplicidad: ninguna fantasía distrae la atención del espectador. Cuerpos y objetos se presentan en composiciones sencillas pero no vacuas. Son figuras individualizadas, que no necesitan de un fondo para apoyarse. Ellas solas son las protagonistas por méritos propios. El pintor no tiene ninguna duda de su capacidad expresiva y por eso las magnifica en formato grande.

• El amor por el color: el color es otra de sus señas de identidad. El blanco está casi siempre presente e ilumina en mil matices su obra transmitiendo pureza y energía. En las series de cuadros con telas colgadas encontramos la variedad. Aquí no sólo le interesa la textura del objeto sino también crear atractivos juegos de color. Cuando utiliza el rojo resulta apasionado y brillante. Sus amarillos y dorados son atrevidos y lujosos. El negro en sus cuadros no es la ausencia de color.

No nos queda más que desearle mucha suerte.

Estoy segura de que la tendrá.

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