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La luz del sol es primordial para mí en cualquier estación del año, por ello, cuando vi las imágenes del pueblecito italiano Viganella que, gracias al proyecto “Lo specchio di Viganella” (El espejo de Viganella) puede disfrutar de ella desde el año 2006, me entusiasmé.
Viganella está ubicado en el Valle Antrona rodeado de montañas y la más alta, con una altura de 1.600, metros ocultaba el sol en el mes de noviembre sumiéndolo en una oscuridad casi total durante 84 días seguidos.
Fue Pierfranco Midali un trabajador ferroviario quien, en vez de emigrar como hicieron muchos jóvenes, decidió quedarse aportando una brillante idea: llevar el sol a su pueblo.
Logró ser elegido alcalde y se puso en contacto con el arquitecto Giacomo Bonzani diseñador del proyecto. Durante siete años viajó alrededor del país intentando conseguir la financiación de cien mil euros que necesitaba para llevarlo a cabo. No se rindió hasta obtenerlos y por fin se hizo realidad su sueño.
El proyecto “Lo specchio di Viganella”.
Una gran estructura de once toneladas situada en el monte Scagiola (a más de mil metros sobre el nivel del mar) sostiene un espejo de acero bruñido con una superficie de 40 metros cuadrados. Consta de 14 paneles que captan y reflejan la luz solar. El espejo está controlado por un programa informático que rastrea el sol y hace que los paneles del espejo se inclinen y giren de manera que los rayos se reflejen siempre hacia el pueblo.
Como dijo Napoleón Bonaparte: “Con constancia y tenacidad se obtiene lo que se desea; la palabra imposible no tiene significado”.
Viganella está ubicado en el Valle Antrona rodeado de montañas y la más alta, con una altura de 1.600, metros ocultaba el sol en el mes de noviembre sumiéndolo en una oscuridad casi total durante 84 días seguidos.
Fue Pierfranco Midali un trabajador ferroviario quien, en vez de emigrar como hicieron muchos jóvenes, decidió quedarse aportando una brillante idea: llevar el sol a su pueblo.
Logró ser elegido alcalde y se puso en contacto con el arquitecto Giacomo Bonzani diseñador del proyecto. Durante siete años viajó alrededor del país intentando conseguir la financiación de cien mil euros que necesitaba para llevarlo a cabo. No se rindió hasta obtenerlos y por fin se hizo realidad su sueño.
El proyecto “Lo specchio di Viganella”.
Una gran estructura de once toneladas situada en el monte Scagiola (a más de mil metros sobre el nivel del mar) sostiene un espejo de acero bruñido con una superficie de 40 metros cuadrados. Consta de 14 paneles que captan y reflejan la luz solar. El espejo está controlado por un programa informático que rastrea el sol y hace que los paneles del espejo se inclinen y giren de manera que los rayos se reflejen siempre hacia el pueblo.
Como dijo Napoleón Bonaparte: “Con constancia y tenacidad se obtiene lo que se desea; la palabra imposible no tiene significado”.
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