En mi entrada ¿Es necesario un tranvía en Zaragoza? manifestaba mi rechazo del mismo. Ahora este rechazo, una vez acabada la primera fase, se ha convertido en indignación. Comento los motivos.
• Caos urbanístico.
No existe ni El Paseo Fernando El Católico ni La Gran Vía, ahora tenemos una travesía interminable hasta llegar a la desaparecida Plaza Paraíso.
Cruzando por donde podemos, contemplamos los arbustos secos, la desmesurada cantidad de bancos y escuchamos la funesta megafonía del tranvía anunciando sus llegadas, retrasos o avisos de averías que se están solucionando.
Todo El Paseo de la Independencia se encuentra levantado por las obras de la segunda fase y no sabemos hasta cuándo. La razón aparece en El Heraldo de Aragón:
Es decir se mantendrá levantado, con vallas y pasarelas para cruzar de un lado a otro, hasta que los arqueólogos puedan hacer su trabajo y decidan si son pertinentes o no estas excavaciones.
• Caos circulatorio. La intención de “imponer el tranvía” es suprimir la circulación de coches particulares. Esto es una contradicción porque la gasolinera ubicada en La Plaza de San Francisco se ha mantenido. Supongo que será para que reposten las ambulancias o el autobús 40 que es el único que nos queda por esta zona para poder llegar a la Plaza de España.
Con relación a los desvíos de a autobuses me remito otra vez al Heraldo de Aragón: Los autobuses acumulan hasta una hora de retraso en algunos recorridos. En el paseo de la Constitución, dónde por un solo carril de circulación pasan hasta once autobuses y seis tienen parada, el atasco fue tal que se pudieron ver detenidos hasta más de una docena de buses en fila. Javier Anadón, presidente del comité de empresa de Tuzsa se preguntaba: "¿En qué cabeza cabe poner un final de línea, donde el autobús permanece parado un buen rato, en un único carril de circulación?" "Intentamos reunirnos con el Ayuntamiento, pero nadie nos hizo caso".
Los autobuses llegan a sus paradas con retraso y tienen que esperar a que los usuarios bajen y suban: como consecuencia, el tráfico va más lento y los atascos son cada vez mayores.
• Bicicletas y zonas infantiles.
Las bicicletas están de moda. Pero no tenemos por qué preocuparnos ya que si no tenemos una, el Ayuntamiento nos permite alquilar todas las que queramos.
Hay carriles para bicicletas por donde vayas, más de 100 km de vías ciclistas. El problema somos los peatones que nos ponemos en medio y tenemos que esquivarlas como podemos. Alberto Lorente, de Pedalea señala que el problema de convivencia en las aceras se crea porque "las calzadas no les parecen seguras a algunos ciclistas". "Hay veces que van como locos, a mí me da miedo ir con los nietos en algunas calles".
Las áreas infantiles, que se encuentran en La Gran Vía, están rodeadas de vallas de madera (que cualquier niño puede saltar), y separadas por un minúsculo espacio de las vías del tranvía. Tampoco pasa nada, así los padres aprenden a responsabilizarse de sus hijos y no les pierden de vista ni un segundo.
En resumen, los promotores del tranvía se preocupan por los ciudadanos: nos hacen practicar el deporte más sano que es caminar por donde sea y como sea, nos enseñan a educar a nuestros hijos y también a convivir con el despropósito.
Os dejo un video tomado por alguien que no conozco (ojalá le conociera) y que muestra la realidad de lo que sucede en esta nueva Zaragoza.
• Caos urbanístico.
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No existe ni El Paseo Fernando El Católico ni La Gran Vía, ahora tenemos una travesía interminable hasta llegar a la desaparecida Plaza Paraíso.
Cruzando por donde podemos, contemplamos los arbustos secos, la desmesurada cantidad de bancos y escuchamos la funesta megafonía del tranvía anunciando sus llegadas, retrasos o avisos de averías que se están solucionando.
Todo El Paseo de la Independencia se encuentra levantado por las obras de la segunda fase y no sabemos hasta cuándo. La razón aparece en El Heraldo de Aragón:
Es decir se mantendrá levantado, con vallas y pasarelas para cruzar de un lado a otro, hasta que los arqueólogos puedan hacer su trabajo y decidan si son pertinentes o no estas excavaciones.
• Caos circulatorio. La intención de “imponer el tranvía” es suprimir la circulación de coches particulares. Esto es una contradicción porque la gasolinera ubicada en La Plaza de San Francisco se ha mantenido. Supongo que será para que reposten las ambulancias o el autobús 40 que es el único que nos queda por esta zona para poder llegar a la Plaza de España.
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Los autobuses llegan a sus paradas con retraso y tienen que esperar a que los usuarios bajen y suban: como consecuencia, el tráfico va más lento y los atascos son cada vez mayores.
• Bicicletas y zonas infantiles.
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Las áreas infantiles, que se encuentran en La Gran Vía, están rodeadas de vallas de madera (que cualquier niño puede saltar), y separadas por un minúsculo espacio de las vías del tranvía. Tampoco pasa nada, así los padres aprenden a responsabilizarse de sus hijos y no les pierden de vista ni un segundo.
En resumen, los promotores del tranvía se preocupan por los ciudadanos: nos hacen practicar el deporte más sano que es caminar por donde sea y como sea, nos enseñan a educar a nuestros hijos y también a convivir con el despropósito.
Os dejo un video tomado por alguien que no conozco (ojalá le conociera) y que muestra la realidad de lo que sucede en esta nueva Zaragoza.
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